El veinte de Noviembre del 2002 el Congreso aprobaba una resolución por unanimidad en la que se condenaba el Alzamiento de 1936 y el régimen de Franco y se reconocía a las victimas del franquismo y a todos aquellos que durante la guerra y después se opusieron a la dictadura. El PP tenía mayoría absoluta y José María Aznar presidía su segunda legislatura. Se trataba ni más ni menos y de eso presumía Aznar y sus asesores de sumarse a la condena al franquismo de los vencedores de la segunda Guerra Mundial en la reunión de Postdam de Julio de 1945. El tema debía ser de una gran importancia para el gobierno del PP porque Aznar ya había decidido que iba a participar en la invasión de Iraq como aliado de Estados Unidos y lo quería hacer empezando por rehabilitarse del pasado fascista de la nación o al menos liberando a la derecha democrática de esa injusta asociación con Franco: a mi también me parece totalmente injusta.
Casi a la misma hora que en las Cortes los diputados de la derecha votaban aquella resolución tan infame como ridícula contra Franco y la España nacional, un petrolero ni demasiado grande ni demasiado pequeño pero cargado con setenta siete mil toneladas de fueloil se partía por la mitad a unas ciento treinta millas al norte del Cabo Finisterre, tenía por nombre “Prestige”.
Diez años después, a finales de octubre del 2012, Ana Botella esposa de Aznar y alcaldesa de Madrid con mayoría absoluta de concejales en el consistorio vota a favor de rendir homenaje a Santiago Carrillo dedicándole una calle a quien había sido el máximo responsable del sistema de Checas en Madrid y de la masacre de miles de madrileños indefensos en el genocidio de Paracuellos. A los pocos días de esta decisión de la alcaldesa se desatará la tragedia de Madrid-Arena, que costará la vida a cuatro muchachas de 17 y 18 años literalmente aplastadas por una avalancha humana, o quizás mas bien inhumana, en una macrofiesta. La responsabilidad del gobierno de Botella no sólo está en que ha autorizado la macrofiesta y ha facilitado el alquiler de Madrid-Arena para que se pudiera celebrar, sino que además resultan evidentes la relaciones de corrupción política entre varios concejales de Ana Botella y el propietario de la empresa organizadora.
Hay pocos gestos tan necios y contraproducentes como escupir al cielo, no obstante el canalla que lo hace se consideran tan importante y tan poderoso que confía que su salivazo traspasará las nubes. Pero, no… no es eso lo que sucede. Estos dos, Aznar y esposa, han escupido al cielo y los dos han logrado ahogarse en su propio escupitajo político. Aunque admito que me parece escaso el castigo.
Acostumbrado a otros articulos este se me ha hecho muy corto jeje pero… de primera como siempre, ARRIBA ESPAÑA!!!