Ante la crisis, viviendo a diario desde dentro el panorama de la administración y contemplando la situación de España, me resulta lamentable el posicionamiento de nuestro sector en general, que se ha apuntado sin más a todos los tópicos que maneja la izquierda y los sindicatos al gusto de esa masa de millones que son chusma y cuyo genética es la misma que los milicianos del 36.
Todo lo que sucede ahora son los males que los «ultras» hemos pronosticado durante treinta años y sin embargo ahora que se hacen realidad estamos comprando el discurso del enemigo. Hace mucho advertíamos como Federico Jiménez Losantos convertía a algunos de los nuestros en neoliberales. Esto es mucho peor, porque justo cuando deberíamos estar tronando contra la democracia, los partidos políticos, los sindicatos y esa masa de tres millones de funcionarios que son los mantenidos de este régimen. Contra el estado de la autonomías, contra todas la huelgas y todos los huelguistas. Contra todas las instituciones, sectores sociales y personalidades que han sido los defensores de este tinglado y que no han escatimado esfuerzo para perseguir nuestras ideas y a nuestra gente.
Deberíamos alzar la voz para pedir un Estado autoritario y unitario, salir del Euro y de la Unión Europea, expulsar a todos los inmigrantes, abolir las autonomías, prohibir los partidos separatistas y marxistas… en fin un discurso de cagarse la perra, la perra de la democracia, y hacer que la primera preocupación de los políticos de derechas y de izquierdas o por lo menos la segunda preocupación después de la propia crisis económica fuera el inesperado resurgir de la extrema derecha en España.
Pero en vez de eso ha faltado tiempo para adherirse a los tópicos propiedad de la izquierda, a la defensa de quienes se dicen obreros o funcionarios cuando lo que son es sectores de privilegiados sociales. Además todavía que no se que nos va en ello ni porque tenemos que defenderlos porque no se lo merecen.
Tengo que reconocer que no me sorprende está reacción. Tanto populismo demagógico, tanta preocupación por coincidir con una supuesta mayoría social, una mayoría que nos odia y que es despreciable en todos los ordenes que puedo considerar, más nos valdría acogernos a nuestras raíces y lanzar un mensaje propio no para buscar mayorías sino para invocar los principios de JERARQUIA , DISCIPLINA y NACION sin los cuales el fascismo no existe. Puede ser que así pudieramos pelear contra el sistema y quizás hasta ganar y al menos sería bajo nuestras Banderas y por nuestra Causa.
Suscribo hasta la última coma.