Se sabe que en las cortes republicanas votaron si existía Dios y salio por mayoría simple que NO, que Dios no existía. José Antonio le preguntó a un diputado socialista, dicen que fue a Largo Caballero si no se iban a votar también las leyes de Newton, que eran de antes de la revolución francesa, a lo cual este mirándole con ojos desafiantes le respondió: se votarán esas leyes y todas las que hagan falta hasta que no quede en pie ninguna del antiguo régimen.
José Antonio sujetándose la risa se dirigió a Gil Robles, el líder de la derecha y después de narrarle el suceso este le contestó: le ruego a usted encarecidamente que hable con Newton para que no haga declaraciones a la prensa, no podemos darles más argumentos a la izquierda para que lancen las masas a la calle. Señor Primo de Rivera, por cierto ya sabe usted que siempre he respetado la memoria de su padre, fue un gran militar aunque no compartía entonces y no comparto ahora una dictadura, que es incompatible con la democracia y el humanismo cristiano; pero es que además su padre se empeñaba en hacer ministros a personas muy radicales como Calvo Sotelo y Newton. Espero que no siga usted en política los pasos de su padre, porque solo nos traería complicaciones a todos y más ahora que hemos ganado las elecciones.
José Antonio había pasado de tener que ahogar la carcajada a enmudecer por estupefacción. En ocasiones como esta recurría a un whisky con hielo, en cierto modo era algo así como una medicina.
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