La elecciones de departamentales francesas han traído al Frente Nacional un gran logro al convertirse en la segunda fuerza política de Francia pero también una vez más la frustración de no alcanzar el poder. En muchos departamentos han superado el 40% de los votos y en conjunto de al nación uno de cada cuatro franceses vota al Frente Nacional, pero no gobernarán ni una sola de las 101 provincias (departamentos) en que se divide Francia.
La división izquierda-derecha desaparece en presencia del Frente Nacional para convertirse en una amplia mayoría que impide el triunfo del Lepenismo. De izquierdos o de derechas los políticos siempre advierten a la sociedad francesa que la primera prioridad es derrotar al Frente Nacional y una y otra vez la inmensa mayoría de los franceses se alinean con esta postura. El Frente Nacional es percibido por esos ciudadanos como un amenaza para la República. Pudiera sorprender que un partido como el Frente Nacional que hace del patriotismo su razón de ser no tenga cabida en la República Francesa, régimen europeo por antonomasia del nacionalismo. Pero es que la Nación por más que se empeñen en los libros de bachillerato, no se un descubrimiento de la Revolución. Existía una Francia anterior a 1789, una nación europea, católica, tradicional y monárquica. El espíritu de aquella otra Francia ha pervivido durante la era republicana primero en la Acción Francesa de Carlos Maurras y ahora en el Frente Nacional de los Le Pen. Dos movimientos políticos separados por un siglo que ha contemplado como Francia ha sido protagonista en dos guerra mundiales, como ha perdido el segundo imperio colonial del mundo y como ha sufrido después un invasión poblacional sin precedente de árabes y africanos que la han cambiado dramáticamente hasta hacerla irreconocible.
Juana de Arco, fué el referente para el patriotismo de Acción Francesa y lo es para el Frente Nacional, símbolo ejemplar de una Francia anterior a la República, con un alma distinta de aquella que surgió tras la Revolución y es el republicanismo social, hijo de esta, quien siempre se moviliza contra Le Pen, al igual que antes se mostró también impermeable a Acción Francesa. Detectan que el Frente Nacional y sus seguidores, por más que abrace la bandera “bleu, blanch and rouge”, pertenecen al bando antirepublicano, su estirpe es la misma que la de aquellos ejércitos Vandeanos irremediablemente derrotados. La condición para el triunfo del Frente Nacional pasa necesariamente por el derrumbe de la República, mientras esto no suceda podrá sobrevivir el Frente Nacional como partido y hasta lograr ciertos éxitos electorales, pero no dejará ser un movimiento al margen del poder y al que estará vedado el gobernar Francia. En este sentido el discurso antieuropeo y antiinmigración ha sido útil para llegar hasta aquí, pero en adelante es una vía sin continuidad. Sirviéndose de un politicastro como es Sarkozy, trasunto de un Napoleón de monigote, la derecha republicana se ha hecho también antiinmigración y explica, no sin razón, que el triunfo del anti europeismo supondría que Francia abandonaría el lugar de privilegio internacional que ocupa.
¿Será capaz el Frente Nacional de ir más allá de dónde ha llegado ?. ¿ Será capaz de lanzar un programa político más allá del populismo anti imigración y anti Europa ? ¿ Cuestionará doscientos años de republicanismo? ¿ Abandonará el chauvinismo por un proyecto Europeo ?. De momento todo parece indicar que no. Más que a la memoria de Juana de Arco ahora le convendría a los dirigentes del Frente Nacional acudir al recuerdo de La Rochejaquelein.