«Los apaciguadores» (Jorge Alvarez, Ediciones ENR) es un libro que conviene leerse, un libro que aborda el acontecimiento fundamental que ha gestado el mundo actual, la guerra de 1939-1945 y aunque el tema concreto que trata pueda ocupar un lugar secundario dentro del conflicto, el papel de Polonia, sin embargo tiene la virtud de exponer a la intemperie los objetivos reales que perseguían los américanos y los comunistas en su guerra contra los nazis y también el resultado de la torpeza política y de la obsesión belicista de Churchill que para destruir a Alemania en aquella guerra que tanto deseó, llegó aceptar la desaparición del Imperio Británico, que era conviene no olvidarlo, en 1939 la única superpotencia cuyo poder militar podía llegar a cualquier punto del planeta.
Durante estos días la lectura del libro me ha sugerido algunas reflexiones que aunque arrancaban de los años treinta y cuarenta y de la segunda guerra mundial inevitablemente terminaban situándose en los sucesos que vivimos ahora en Europa y en España.
Una de estas ideas tiene que ver con la ceguera de los dirigentes polacos tanto de antes como después del estallido de la guerra frente a un escenario internacional que eran incapaces de entender, empeñados sólo en su obsesiones nacionales y en un patológico y estúpido odio contra Alemania, que no era ni por asomo en 1939 su peor problema ni su peor enemigo.
La ceguera polaca de 1939 se ha extendido entre quienes ahora gobiernan Europa, Merkel, Hollande o Rajoy tanto da. A Estado Unidos ni a su socio inglés le interesaba una Europa que tenía en el mercado internacional una moneda como el euro que competía con el dólar. Si para expulsar al euro es necesario provocar una recesión mundial o simplemente prolongarla, lo harán con tal de que el euro y la economía europea no sobrevivan a ella y dejen de nuevo expedito al dólar la posición hegemónica.
Está empeñada Alemania y sus socios comunitarios en cumplir con unos criterios económicos que condenan a toda Europa y no solo a los países mediterráneos a una segunda oleada de recesión económica , tan fuerte que no podrán resistir y en todo caso para esa situación está mejor preparado USA y sus socios anglosajones de Reino Unido, Canadá y Australia. De Alemania parece haberse apoderado el espíritu del tendero, un tendero amedrentado por el gran usurero cuya capital está tanto en Nueva York como en Londres.
Los actuales dirigentes europeos de ahora como aquellos polacos de 1939, no ven los problemas reales que tienen, se equivocan de enemigos y de amigos y parecen empeñados en seguir políticas, en este caso económicas, que conducen inevitablemente a la ruina que pretenden evitar.
Deja una respuesta