El caso de intereconomía resulta bastante paradójico al menos aparentemente. Para empezar hay que reconocer que la iniciativa de Julio Ariza es singular en la historia reciente de España. Se trata del único grupo de medios de comunicación que nace con una definición clara y rotunda de ideología de derechas. Desde la transición existe una urdimbre de grupos de comunicación instalados en la izquierda o a lo sumo en un centrismo preocupado siempre por alejarse de cualquier postura que pudiera etiquetarlos como de derechas. Si el grupo Prisa ha sido el referente del dominio de la izquierda en los massmedia, el diario el Mundo representa sin duda ese centrismo periodístico que se cobija en la cantinela democrática y cuya aspiración frustrada está en una desconocida izquierda moderada que asumiera sin recatos la ideología liberal.
Si revisamos la actual situación de los medios de comunicación hay que constatar que dos grupos Planeta y Mediaset (telecinco, la sexta y alrededores) gozan de una superioridad indiscutible, a su sombra ha quedado en una posición de segundones la antaño todopoderosa Prisa y el grupo mediático de Pedro J. Ramírez. Que en este panorama las televisiones generalistas destilen permanentemente en su programación una propaganda gruesa y populista pero inequívocamente de izquierdas nos indica sin lugar a dudas que “ser de izquierdas” es lo socialmente admitido. Es simbólico también el triste devenir del que fuera el periódico por antonomasia de las derechas, el ABC, muy disminuida su influencia política y casi irreconocible ideológicamente.
Que en pleno zapaterismo Julio Ariza levantara con éxito un proyecto global con radio, televisión, diario tradicional de papel, junto con las correspondiente plataforma internet y que además lo lograra en medio de una recesión económica sin precedentes permite hablar de hazaña empresarial y sobre todo humana. Si a esto le sumamos su posicionamiento de derechas, de una derecha identificable y nítida, es evidente la excepcionalidad que representa Interconomía. Pero aún hay algo más, desde Intereconomía se ha expuesto una critica de fondo al sistema político del 78, al “establisment” inamovible que se consolidó en la transición, muy especialmente se ha cuestionado el sistema de partidos políticos y el estado de las autonomías e incluso ha manifestado la necesidad de un cambio sociológico, si se quiere moral, justo en la dirección contraría a la que ha sido la deriva de la sociedad española desde que se impuso este sistema llamado democrático. Es verdad que la posición de Intereconomía nunca ha sido de ruptura o de revolución frente al sistema sino de reforma, pero ello es lo normal en un proyecto que está ubicado en la derecha ideológica y social. Así cobra pleno significado la presencia y el papel destacado en Intereconomía de algunos “malditos” para el sistema como es el caso de José Javier Esparza o de Eduardo García Serrano y también en otro orden de Juan Manuel de Prada.
La amarga paradoja para Julio Ariza es que expulsado del poder el PSOE se hayan puesto de acuerdo el Partido Popular y la Iglesia para provocar el naufragio de Intereconomía, cuando ambos dos tuvieron aquí uno de los escasos bastiones donde defenderse de la hegemonía mediática del socialismo durante los largos años de Zapatero. Intereconomía: hay un camino a la derecha… o no; y Rajoy y la conferencia episcopal han dicho que no.
Desde esta tronera fascista le deseo sinceramente a Julio Ariza que logre salvar Intereconomía y que visto lo visto se aplique el consejo por muy de derechas que sea y le cueste de aquel genio que fue Ramiro Ledesma, “Fuera de las sacristías y lejos de los sacristanes” y también aquella otra rogativa fascista de la Falange de José Antonio “Dios mio apartame a los de la CEDA (o sea el PP) que a los rojos ya los aparto yo”.
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