Cuando José Antonio es asesinado por aquel pelotón de milicianos de la CNT en 1936 faltaban tres años para que comenzara la segunda guerra mundial y casi diez para que concluyera el que fue el acontecimiento primordial, que ha configurado el mundo y que en lo esencial no ha cambiado desde entonces hasta la actualidad. José Antonio por tanto vivió en un tiempo y una época que está tan alejada de nuestra época como lo puede estar la guerra de Marruecos. No es un cuestión que se dilucide en los términos de una cuenta de años, sino en la dimensión de los grandes acontecimientos, aquellos que marcan el rumbo de la política y el reparto del poder mundial y también la forma de vivir y de entender la sociedad. Todo lo fundamental se decidió en aquella guerra y la derrota del Eje dejó a los aliados anglo-soviéticos dueños de los destinos del mundo, sus planes de control de las naciones eran mundiales tal como en las sucesivas conferencias que realizaron durante y después de la guerra pusieron de manifiesto, Theran (1943), Breton Woods(1944) y en las tres reuniones de 1945 Postdam, Yalta y Paris. El hecho que el comunismo ruso haya desaparecido hace más de veinte años y hoy Rusia sea una potencia mundial disminuida en comparación con la época de la URSS no modifica lo fundamental de todo esto.
José Antonio murió con concepciones y preocupaciones políticas que hoy ya no existen y otras que nunca se van a producir: el imperio británico que él, al igual que Hitler, tanto admiraba y consideraba que de su pervivencia dependía la cultura occidental ha desaparecido para no volver, en cambio la amenaza de que desde Rusia se extendiera una revolución bolchevique por toda Europa comenzó a difuminarse desde el reparto del viejo continente en 1945 en el que se pusieron de acuerdo angloamericanos y soviéticos. La Falange el partido político que él creo, fue un organización que padecía de un raquitismo constitucional, no se podía ni por asomo comparar al fascismo italiano, alemán, húngaro o rumano pero es que tampoco resistía comparación con los movimientos nacionales de países tan refractarios a estas ideas como Inglaterra o Francia. En aquella España de los años treinta era poco menos que imposible que tuviera éxito un partido fascista sin masas de excombatientes de la gran guerra y sin una corriente de nacionalismo moderno en la sociedad, era poco menos que una misión imposible y así fué.
Si la Falange de José Antonio no fue un partido fascista con el mínimo de envergadura para que fuera relevante sin embargo si que durante algunos años, especialmente entre 1939-1943, el Regimén de Franco apuntaba hacia la creación de un estado fascista, pero aquella deriva era consecuencia precisamente de lo que sucedía en Europa y no de la voluntad de Franco y por tanto dependía del resultado de la segunda guerra mundial, después de Stalingrado y el Alamein la desfastización del camino recorrido fue tan discreta como permanente y por tanto lo que pudo ser no llegó ni si quiera a ser. Más que la caída de Hedilla fue la de Serrano Suñer la que simbolizó el fin de las posibilidades del fascismo en España, aunque el primero fuera un fascista genuino y el segundo un impostor, no lo digo yo se encargó el de refrendarlo el resto de su vida que fue tan larga.
Pero los cuarenta años de franquismo y su prolongación que fue la famosa transición cultivaron a fondo en la mente de varias generaciones entre ellas la mía, quizás la última y que es la de de los niños nacidos en los 60, una ideología que bajo el nombre de falangismo era una mezcla del culto a José Antonio y sus textos, catolicismo buenista como el que gestó el Concilio Vaticano II, antieuropeismo y proiberoamericanismo, la interpretación reconciliadora de la guerra de España y un batiburrillo de ideas morales y sociales con las que funcionó razonablemente bien, todo hay que decirlo, el franquismo. Con todo ese “melting pot “ se articularon los partidos políticos que con la llegada de la democracia surgieron en el área nacional, muy principalmente Fuerza Nueva y la pléyade de grupos falangistas. Las diferencias entre ellos, su enfrentamientos y hasta las crisis internas del falangismo, no son óbice para que todos compartieran este “melting pot “ político común. Lo que ha condicionado el devenir político del area tras la muerte de Franco, ha sido asumir como óbjetivo político una ensoñación que pretendía revivir aquella Falange de José Antonio, irremediablemente acabada desde antes de 1945 y que manejaba para eso las ideas del franquismo, un régimen que no sólo no sobrevivió a Franco sino que desde finales de los años 60 se le había parado el reloj con el que vivía la sociedad española.
En Europa todo es muy diferente. Cuando tras la segunda guerra mundial en España la opción de la “dictadura apolítica” de Franco se consolida y sea crea esa cómoda y acomodada ensoñación falangista, en Alemania con el “Partido Socialista del Reich (Sozialistische Reichspartei RSP) y en el Italia Movimiento Social Italiano (MSI) a finales de los 40 y durante los años 50 se está ya en la lucha política, dura y sin concesiones, en la que ahora su posición es de perseguidos y proscritos, ha nacido el neofascismo europeo. Europeo más que como calificativo como idea constituyente respecto de los fascismos nacionalistas de los años 30 . Un fascismo nuevo que a partir precisamente de la la revolución izquierdista de Mayo de 1968 va comenzar a crecer por toda Europa y que se caracteriza por estar volcado a la actualidad y ser un movimiento militante, moderno e innovador, de ruptura y de vanguardia.
Tras la muerte de Franco en España en nuestra área se hizo precisamente todo lo contrario que se había hecho en Europa y así nos ha pasado lo que nos pasa todavía hoy. Durante transición fue sin duda un error inmenso poner en marcha un partido falangista, cuando la falange llevaba fenecida hacia más de treinta años, da lo mismo las siglas. Como también fué determinante la fosilización de Fuerza Nueva, donde el culto al pasado acabo ahogando la acción política.
Todo esto ha perdurado durante los 80, 90 y la década de los 2000 y todavía hoy continua, basta revisar las siglas falangistas que siguen activas, sus movimientos para seguir gozando de un protagonismo aunque sea marginal en el área socialpatriota o iniciativas como las del NPE. Yo mismo que he sido un militante falangista desde joven y que luego durante años con un cierta responsabilidad en funciones de dirección, me he empeñado en que desde le mundo azul se podía hacer un partido moderno, reconozco mi error y aunque ya no sirve de nada confieso que me equivoqué completamente. Todo esto no ha servido más que para hacer de tapón e impedir que en España tuviera éxito una alternativa al estilo de las que existen en otras naciones de Europa, ese tapón no ha sido la única causa pero desde luego ha participado de manera destacada en bloquear esa opción moderna, aunque quizás el problema fundamental este en el adocenamiento y el inmovilismo resignado de la sociedad española.
Si escribo esto es primero a modo de confesión de parte con mi conciencia, de desahogo personal pero también con la esperanza que pueda ser una reflexión útil para que las generaciones jóvenes, para que no insistan con el error de buscar soluciones que pasan por siglas falangistas o reediciones de Fuerza Nueva.
No puedo tampoco por menos llamar la atención sobre aquellos que detectaron este problema, el de al ensoñación política del mundo azul y del franquismo, tanto da. Para empezar el Frente de la Juventud y su líder Juan Ignacio que por su significado precisamente de ruptura frente a estos planteamiento a pesar de su corta existencia y su trágico fin, son hoy uno de nuestros pocos referentes de modernidad y de identidad con los movimientos europeos. También hay que destacar lo que significó en su momento DN, en los años 90. Y por supuesto BBAA, VNR, NJ y AN. Algo de eso pretendimos hacer también entre 2006-2010 con el Frente Nacional. Algo también de todo eso está actualmente en el MSR y en otras iniciativas que sin ser partidos al uso, constituidas como asociaciones culturales, grupos juveniles, grupos NR, funcionan contra todo pronóstico y en el grupo de Alcalá de Henares que dirige Rafael Ripoll.
Queda dicho lo fundamental de lo que quería decir. En este Blog que es el mio, esta entrada no admite comentarios.