La república de Weimar era una mierda. En esto coincidían Ludendorff y Rosa Luxemburgo; y los patriotas y los comunistas. Pero cuando los comunistas decidieron organizar una revolución bolchevique para liquidar la recién nacida república y hacerse con el poder, los patriotas les combatieron, porque cualquier éxito rojo incluso aquellos que puedan parecer deseables suponen siempre una derrota o al menos un retroceso para la causa nacional. En aquellos días de las navidades de 1918 como un huracán las masas comunistas se lanzaron a la conquista de una Alemania postrado por la derrota de la primera guerra mundial. Con el ejercito disuelto, el Káiser exiliado y el pueblo exhausto por cuatro años de una guerra feroz que había costado millones de vidas y concluido en una rendición que no pudo disimular el armisticio de noviembre de aquel año firmado por el Reich y los Aliados, los dirigentes rojos consideraron que era el momento de desencadenar una revolución marxista como ya había ocurrido apenas un año antes en Rusia.
Los patriotas una vez que se recuperaron de la sorpresa inicial se opusieron frontalmente a los revolucionarios aunque aquello suponía a la postre salvar aquella odiada república. Los veteranos de las trincheras y los jóvenes que no habían participado en la guerra se reunieron para formar los Freikorps, los voluntarios nacionales que combatian a los bolcheviques. En una pequeña ciudad de Alemania un comandante mutilado manda a un pequeño grupo de estos voluntarios, algunos son soldados licenciados, otros son policías que han acudido con el armamento reglamentario y también hay muchachos de instituto sin instrucción militar que se han escapado de casa, precisamente unos de ellos pregunta al viejo oficial como pueden resistir a los obreros revolucionarios que son centenares, este contesta con aplomo: “Los combatiremos desde los tejados”. La frase se extenderá por toda Alemania, allí donde surja un FreiKorps se convertirá en un lema y una consigna. Los combatieron desde los tejados, en las calles de los pueblos y de las ciudades, en las fábricas, en los barrios obreros y burgueses, vencieron a los comunistas y evitaron que el destino de Alemania fuera el mismo que el de Rusia, pero además aquellos Freikorps fueron la experiencia de la que nacería toda la revolución nacional alemana que lideraría quince años después Adolf Hitler.
No es lo mismo la Alemania de 1919 que la España de hoy y no son lo mismo aquellos “spartaquistas” que estos “indignados”. Pero no sólo existen algunas semejanzas, hay un linaje político de izquierdas idéntico y una acción política que también aspira a cambiar el actual sistema para alcanzar el poder e impulsar nuevas y ambiciosas políticas de izquierdas que serán todavía más negativas para la causa nacional. Si a esta monarquía lamentable le sucede la III República la corrupción crecerá hasta niveles argentinos y la persecución de todo lo español no tendrá limites, si a estos partidos políticos mutan en otros según las ideas de los indignados el antifascismo tomará carta de ideología oficial y se convertirá en política de estado, si este sistema se ha mostrado tolerante con ETA hasta el extremo de evitar su aniquilación en el sistema que pretenden gestar los “indignados” ETA participará del poder sin lugar a dudas.
La izquierda decidió durante la época de Aznar terminar con la transición, los ocho años de Zapatero han supuesto la demolición de todo lo que quedaba de un estado nacional y de una idea de España que perduraba de la época de Franco. La crisis económica va apartar del poder a las izquierdas sin embargo no va a lograr que renuncien a sus objetivos: en cuanto el PP gane las elecciones se lanzará en la calle una campaña de movilización subversiva como sucedió durante los años 2003 y 2004, primero con la excusa del “Prestige” y luego con la guerra de Irak. Los “indignados” se están preparando para activar de nuevo dentro de un año esas movilizaciones de las masas de izquierdas y expulsar del poder al PP. La cuestión para los patriotas no es plantearse si detrás de “los indignados” esta Rubalcaba o no, si la derecha se merece todo esto o no, la cuestión para nosotros es como combatir contra ellos, aunque sea desde los tejados.
Enhorabuena por el artículo. No puedo estar más de acuerdo con tu lúcido análisis.
Un abrazo.
Unos comentarios a vuelapluma:
Existen grandes diferencias con la Alemania de 1919:
1º Amplios sectores de la sociedad y numerosas regiones y comarcas eran profundamente patriotas. El alemán medio, incluso la extendida y casi oficial social-democracia era, en general, bastante nacional e incluso anti-comunista.
2º Los patriotas estaban moral y físicamente preparados. Eran miles y acababan de combatir a ejércitos no menos formidables, como el inglés. Los espartaquistas, en general, eran los que se habían quedado en las ciudades y fábricas.
3º Ejército, Magistratura, agricultores, universitarios, clases medias y minorías alemanas acosadas, especialmente, estaban totalmente volcados con los nacionalistas.
El Freikorps se ve apoyada por buena parte del pueblo alemán y, en líneas generales, les apoyan y necesitan de unos miles de hombres audaces, valerosos y con sentido del deber y la responsabilidad… Hoy, a izquierdas y derechas, un nuevo Freikorps sería rechazado y reprobado. Aunque, por ejemplo, los comerciantes de Sol hayan tenido millones en pérdidas, no dudarían en denunciar, rechazar y reprobar a cualquier joven idealista que fuera a defender la Libertad y la Patria y, de rebote, a ellos.
Están tan acomplejados y tienen tan lavado el cerebro, y de manera muy reciente, – con casos como el de Pinochet -, que casi prefieren ver destrozados y quemados sus negocios que apoyar a un movimiento patriota anti-comunista.
Además, la mayoría de ellos lo tienen fácil: pueden recoger ganancias e irse a otro país. No darán ni un duro ni una palmadita de ánimo a ningún joven patriota, simplemente se irán. N qué decir de los grandes empresarios, comerciantes, periodistas de medios nacionales, políticos, ingenieros, etc. Se van y aquí no ha pasado nada, como en Venezuela.
Se ha perdido mucho tiempo en España y ahora la izquierda no solo es hegemónica, sino que tiene la suficiente audacia como para imponerse – la policía, el ejército, etc. no son sino esclavos con uniforme, mercenarios y, en muchas ocasiones, más progres que los propios ‘guarros’, salvo honrosas excepciones -.
El modelo a seguir es de la resistencia clandestina, creando cuadros de resistencia que encuadren a la ciudadanía. El ejemplo a seguir es el de Hungría o Polonia durante el período comunista. Como llegó un Budapest de 1956, también llegará un Madrid, una Valencia… pero a su debido momento.
Ni una gota de sangre, ni un día de cárcel para un joven patriota, que mejor estará en la calle trabajando legal y cívicamente hasta el momento adecuado.
Ni una gota de sangre ni un día de cárcel ni un euro de multa por defender este corrompido Sistema ni a sus corrompidas y pusilánimes gentes.
Yo me temo que en gran medida estamos dejando que prejuicios estéticos o inercias tribales nos cieguen ante lo que está pasando.
Durante mucho tiempo nos hemos preguntado porqué el pueblo español no reaccionaba, no salía a la calle, no protestaba mientras estaba siendo sometido a un expolio salvaje. Ahora está reaccionando. Ayer han agredido e insultado a políticos de derechas, socialistas y comunistas sin excepción demostrando que es falaz que sean ellos quienes controlan la situación.
Los del 15M están desbordando el Sistema. Todo el Sistema en su conjunto. Y lo están haciendo sin más dirección o programa político que la exigencia de que las cosas cambien.
Que la infantería ligera o los más comprometidos sean «guarros» es lo más normal del mundo… toda vez que ellos, a diferencia de nosotros, han conservado en enorme medida la capacidad de -digamos- generar ideología y por lo tanto compromiso militante y sobre todo de trabajar en red entre ellos mismos.
Pero una cosa es rque eso sea una razón para rechazar globalmente apoyar el 15-M (algo de por sí muy discutible) y otra muy distinta el que tengamos que «combatirlo desde los tejados» y defender con ello la actual partitocracia española.
La diferencia básica es la siguiente: Nadie quiere la implantación del comunismo en España. El «peligro rojo» no existe. El Muro de Berlín cayó hace 22 años. Las propuestas de los comunistas no generan el más mínimo consenso social y la URSS no es vista como modelo a seguir por nadie con dos dedos de frente y desde luego no por la abrumadora mayoría de los indignados.
Los espartaquistas querían una URSS. Los indignados quieren un cambio de régimen… hacia un sistema más participativo y social en el que -por cierto- sería mucho más difícil que diputados que dependen de sus electores apoyaran en bloque leyes de matrimonio gay, aborto, cánones digitales o rescates a la banca y mucho más fácil que hubiera voces patriotas con representación política.
A ver si a cuenta de mensajes como este vamos a sufrfir el efecto contrario al que esperamos y nuestra raquítica masa social le va a pasar como en el 77. Que ante la legalización del PCE y al grito de «que vienen los rojos» se fueron a votar en masa a Manuel Fraga Iribarne.
El sistema del 78 está, finiquitado, pero lo que viene es todavía mucho peor y el movimiento 15-M está forzando ese cambio, efectivamente son «los rojos» y hay que openerse a ellos. España da las últimas bocanadas, ningún patriota debería tener esperanza alguna en un movimiento como el 15M que es antinacional, que es deletereo para lo poco que queda aún de la nación. Bildu-ETA, el 15M y la Ley de la memoria histórica actuan en la misma dirección, este asunto no tiene que ver con hipotecas ni con listas abiertas, ni con descargas gartuitas en internet se trata de sustituir España por otra cosa, en eso están y ni si quiera necesitan de un Kérenski, así que por lo menos ahorraros el hacer ese lamentable papel.
Hoy España está arruinada y más dividida que nunca. Inerme ante los enemigos internos y a expensas de lo que decidan actores externos (UE, FMI, etc…). Esto es fruto directo del Régimen de 1978 que consagra en sus leyes fundamentales (CE y LOREG) una partitocracia irresponsable que solo podía terminar como ha terminado: Centrifugando el país, creando auténticas capas clientelares y endeudando a los españoles para los próximos 30 años.
En esto que sale gente a protestar contra el Régimen. No están protestando contra los síntomas de la situación (por ejemplo, leyes aprobadas por la presión de lobbys ultraminoritarios tipo SGAE o gays) sino que están atacando la misma raíz. El mismo pilar en el que se fundamenta el Régimen, que es la nula representatividad de los partidos. Y tú me dices que eso es la AntiEspaña y que si yo apoyo eso, soy un KerenskI.
Lo que está hoy en la calle no es la AntiEspaña, sino la España fruto de 33 años de Régimen setentayochista. No son el mejor tipo humano posible, sino el único tipo humano que este sistema es capaz de producir en masa. España ha cambiado en los últimos treinta y seis años y lo ha hecho tan a peor que el único modo de cambiar el Régimen pasa por ser capaz de dirigirse a eso.